Del micrófono al cerebro: el viaje invisible de las palabras en un evento multilingüe

Foto: iStockphoto

2 de mayo de 2025

En el mundo actual, donde la inmediatez se ha convertido en norma, es fácil asumir que los mensajes simplemente «llegan». Que basta con apretar un botón y confiar en que la tecnología hará el resto.

Sin embargo, detrás de esa especie de milagro multilingüe que se da en congresos, ruedas de prensa, eventos deportivos o lanzamientos de marca, hay algo mucho más sofisticado y profundamente humano: la interpretación simultánea.

Lo que no se ve, pero sucede

Cuando una persona comienza a hablar en un evento, su voz llega a un micrófono y de ahí pasa a los oídos de un intérprete que trabaja dentro de una cabina insonorizada. Desde ese momento, se activa un proceso extraordinario que ocurre en fracciones de segundo: escuchar, comprender, analizar, reformular y pronunciar; todo ello mientras ya está empezando la siguiente frase.

Los intérpretes no solo traducen palabras: interpretan sentidos, matices, emociones, ironías, referencias culturales, lenguaje no verbal, errores, repeticiones y hasta olvidos. Ajustan sobre la marcha. Se anticipan, corrigen, salvan al ponente si se pierde, reconstruyen cuando se corta el audio o adaptan el tono a la audiencia.

Lo que el público percibe como una experiencia fluida y sin fisuras, para los intérpretes es una danza cognitiva de altísima exigencia, sin red de seguridad.

Un trabajo de alto rendimiento

La simultaneidad requiere entrenamiento mental, resistencia física y preparación técnica. Requiere estar a la altura del tema del evento (ya sea medicina, fútbol o sostenibilidad, entre otros), hablar el mismo lenguaje que el público —en sentido literal y figurado—, y transmitir con credibilidad, precisión y naturalidad.

Requiere, sobre todo, presencia humana. Porque interpretar no es repetir lo que se dice: es entender para que otros también puedan hacerlo.

No es elitismo: es profesionalidad

A veces se proyecta una imagen errónea de los intérpretes como profesionales endiosados, costosos y exigentes. Pero lo cierto es que nuestro trabajo está profundamente ligado al servicio. A la escucha. A la adaptación constante. No cobramos por «hablar idiomas» sin más: cobramos por sostener, en directo y bajo presión, una conversación que no se podría dar de otro modo (o no con las garantías necesarias).

Lo que se paga no es un lujo: es garantía de calidad comunicativa. Cuando está en juego la imagen de una marca, el éxito de una negociación o la precisión de un dato técnico, la diferencia entre una buena interpretación y una improvisación se nota y mucho.

¿Y si lo hiciera una máquina?

En los últimos años se ha vuelto tendencia plantear que los sistemas automáticos de traducción son capaces de reemplazar este trabajo, pero la interpretación simultánea no es un proceso mecánico. Se trata de comunicación en tiempo real, con errores, ironías, improvisaciones, gestos y silencios que también tienen significado.

La inteligencia artificial ha hecho avances en el reconocimiento de voz y en la traducción escrita, sí. Con todo, aún está muy lejos de captar el tono en una disculpa diplomática, el subtexto en una broma futbolera o la intención comercial tras una presentación de marca. Mucho menos puede improvisar si el ponente se salta el guion, habla entre dientes, cambia de idioma o hace referencia a algo que acaba de pasar en la sala.

Una intérprete profesional no solo transmite contenido. También filtra lo irrelevante, repara lo confuso, da coherencia al discurso y, en muchas ocasiones, salva el evento sin que nadie se entere.

Lo que no se improvisa

En alltime, sabemos que la interpretación es una labor invisible (y por eso hay quien le resta valor); sin embargo, cuando falla se hace más que evidente. Por eso defendemos un trabajo riguroso, ético y con preparación específica. No es lo mismo interpretar en un congreso de lujo que en un vestuario de Champions o en una conferencia sobre IA generativa.

Cada contexto requiere algo más que idiomas: requiere sensibilidad, experiencia y decisión.

El valor de lo humano

La interpretación simultánea es una forma de inteligencia viva. Una respuesta entrenada al caos del lenguaje oral. Una alianza entre conocimiento, intuición y atención extrema. No es magia; es oficio y, desde luego, talento.

Por eso, en un mundo que demuestra cada vez más que lo automático no debe darse por sentado, tiene más valor que nunca.

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