Edadismo en los dos sentidos: cuando la edad no debería pesar tanto como el valor que aportamos

Foto: Ron Lach en Pexels
13 de junio de 2025
En un sector tan exigente como el de la interpretación de conferencias, no es raro encontrarse con sesgos ligados a la edad.
A veces, se da por hecho que alguien joven aún no tiene las suficientes tablas para asumir según qué responsabilidades; en otros casos, se llega a asumir alguien de cierta edad, pese a tener una dilatada trayectoria, ya está desfasado o fuera de onda.
Así, aunque entendamos que la experiencia —como todo— nos va puliendo con los años, también creo que ha llegado el momento de hablar de esto alto y claro. Y, sobre todo, con más generosidad. Porque el edadismo va en las dos direcciones y en ninguna hace bien.
Lo que aportan los más jóvenes (y por qué conviene escucharlos)
He tenido la suerte de trabajar con intérpretes jóvenes que me han dejado boquiabierta por su agilidad mental, su curiosidad insaciable y su manera de adaptarse a contextos complejos sin perder el pulso. Saben buscar, contrastar y reformular (a veces, a la velocidad del rayo). Están al día de lo último en tecnología aplicada a la interpretación, en plataformas y en herramientas de trabajo colaborativo. Y no solo eso: muchos de ellos tienen una conciencia ética, social y lingüística más que admirable.
Por eso, despreciar su aportación solo porque no tienen aún un número determinado de años de experiencia es tan injusto como ineficaz; si no les damos oportunidades, ¿cómo van a adquirir esa experiencia que tanto valoramos?
Lo que da la experiencia cuando se ha puesto atención
Por otro lado, también he visto cómo se desprecia (o directamente se descarta) a profesionales con décadas de trayectoria por considerarlos anticuados o dar por sentado que no van a estar al día de los últimos adelantos tecnológicos. Y no puedo estar más en desacuerdo.
La experiencia no es solo un conjunto de años acumulados; es cierto que, para tenerla, es necesario haber aprendido de ellos. Implica haber resuelto situaciones imposibles con serenidad; es saber cuándo callar y cuándo intervenir, y es tener recursos donde otros solo tienen urgencia.
Hay cosas que no se encuentran en ningún máster, curso o aplicación; que solo se aprenden viviendo la profesión con los ojos y los oídos bien abiertos. Eso es lo que aportamos quienes ya peinamos canas y hemos puesto toda la carne en el asador desde que empezamos.
Un sector sano es un sector con generaciones que dialogan
Creo que lo más valioso que podemos hacer como profesionales —de cualquier edad— es tender puentes y compartir.
Los jóvenes no vienen a quitarle el sitio a nadie y los veteranos no estamos aquí para imponer. Estamos todos para sumar: hace falta, por tanto, más colaboración y menos prejuicio.
En alltime, defendemos el valor de las trayectorias largas, pero también el de los comienzos prometedores.
Porque en esta profesión, como en la vida, lo que cuenta no es cuándo llegaste, sino cómo haces lo que haces.